Anda el patio revuelto a propósito del asunto de las lecturas para el curso que se avecina. No tengo tiempo ahora para leer con detenimiento tantas y tan dispares aproximaciones, pero no me resisto a decir mi opinión, que será probablemente la de algunos, teniendo en cuenta que en éste como en otros asuntos, no sólo está todo o casi todo dicho, sino que apenas queda algo por repetir.
Discutir si ha de ponerse tal o cual libro, si hemos de elegir libros juveniles o clásicos, o si debemos hacer esto o aquello una vez que se leen, me parece una discusión mal encaminada. Mal encaminada porque no se puede empezar por la respuesta, hay que empezar por la pregunta.
¿Qué libros pongo?
¿Qué persigues con ellos?
¿Pongo clásicos o juveniles?
¿Para qué quieres que lean?
¿Qué actividad hago?
¿Qué pretendes que aprendan?
Así que la respuesta a estas preguntas es otra pregunta: la que debió formularse desde el principio y que es la siguiente:
¿Qué objetivos pretendes conseguir con la lectura?
A partir de aquí, yo siempre he visto las cosas más claras. Ojo: no soluciono el problema, sino que consigo enfocarlo adecuadamente. Qué libros, qué actividades, son adecuados para qué objetivos, será asunto de otro día.
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2 comentarios:
Exacto. Echaba en falta una entrada como esta.
Y añadiría algo más: ¿En un sistema escolar obligatorio, reglado y mínimamente organizado, los objetivos de lectura no vienen determinados por el currículum, al cual todos nos debemos? ¿O es que cada profesor establece a su libre albur los objetivos de aprendizaje, qué libros “pone” (menuda expresión!) y qué persigue con ellos?
La clase parece un coto privado en el que cada profesor hace lo que le parece.
Este debate me tiene tan completamente desorientado que me he propuesto conocer qué demonios prescribe y qué no prescribe la ley respecto a la lectura y a la literatura.
Un cordial saludo,
Boris
Efectivamente,porque otra cuestión fundamental de la enseñanza de la lectura es que normalmente se reduce a la obligación de leer libros o textos fragmentarios(mera actividad) y no a aprender las competencias lectoescritoras, que son variadas y complejas, y por tanto, necesitan de actividades muy dispares y lecturas muy variadas.
Ahora bien, respecto a tu intención de desentrañar lo que es realmente prescriptivo, me parece un enfoque interesante siempre y cuando no desemboque en confundirlo con la enseñanza de un canon.
Cuando tengas más o menos perfilada esa enumeración de imperativos legales de lectura, me gustaría conocerla.
Probablemente descubrirás que muchos de los objetivos no se cumplen ni se han cumplido nunca, pero no por inalcanzables, sino porque no se pretende alcanzarlos.
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