Como ya dije, algunas de las supuestas novedades de la lectura en internet son bastante antiguas con tal que la comparación se haga adecuadamente. El mejor término de comparación (aunque hay otros) es la lectura de prensa. La prensa escrita es ya un antecedente claro de lectura no lineal. Más de la cuarta parte de los lectores no respetan ni la portada y comienzan su lectura por el final. Es más, como ocurre en internet, el problema es que nadie se puede leer el periódico entero, salvo que no quiera hacer otra cosa en todo el día, de manera que la lectura se hace a saltos, diagonalmente y su virtud más destacada es la evaluación rápida. Esta misma evaluación rápida se ha empezado a dar también en la televisión a partir de la aparición del zapin. Se estima que un espectador es capaz de zapear y adjudicar género televisivo a cada vista de pantalla en sólo un segundo.
Se ha definido el texto como un conjunto de extensión variable, desde un saludo hasta un libro. Sin embargo, no podemos considerar que internet sea un texto, tampoco lo es un periódico y probablemente no lo sean la mayor parte de las páginas web. Al extender la definición de texto se están encubriendo otras estructuras superiores que no actúan como textos, sino como conjunto de ellos y de otros elementos paratextuales o cotextuales. Yo llamo a estos conjuntos "sitios textuales", sean físicos o virtuales (finalmente todos son físicos como luego veremos). Un sitio textual físico es por ejemplo un tablón de anuncios, los cajones de un fichero, etc. Los periódicos, por más que tengan una inclinación ideológica actúan como sitios textuales y las páginas webs en su mayoría heredan este formato, de forma que internet es un gigantesco sitio textual, como lo puede ser una ciudad misma, o una carretera en el aspecto físico. Los sitios textuales amalgaman textos de distintas formas y los relacionan con distintos métodos entre los que el más rudimentario sería la cita. Las citas o los índices son el germen de la hipertextualidad en los sitios textuales de baja tecnología. Lo que revoluciona internet en cuanto a la lectura no es en sí la lectura de los textos, sino la interacción con los sitios textuales. Internet resulta un sitio contradictorio ya que es atópico o ubicuo. Su localización -inevitable, sin embargo- es la pantalla (ya dije que todo sitio -hasta el virtual- finalmente es físico), pequeña y única si se compara con la apariencia de los sitios textuales anteriores. Cada sitio textual genera un entorno de lectura constituido por los límites del sitio y su situación. Internet dispone un entorno de lectura peculiar, único, no conocido anteriormente, en principio no por grandes avances cualitativos (apenas el hipertexto y la hipermedia), sino por la velocidad (el triunfo dobre el tiempo) y la compresión (el triunfo sobre el espacio). En definitiva, en internet no se hace necesariamente una lectura distinta a la que pudiera realizarse en un scriptorium medieval, sino porque se hace más comprimida y rápida (por la ayuda de la máquina).
¿Pero qué ocurre?¿es acaso internet sólo un avance mecánico? En parte sí, evidentemente, pero en parte no. Lo que supone internet en la lectura de forma definitiva y rotunda es la extremada y rápida popularización de entornos complejos de lectura que antes eran sólo accesibles a un sector muy limitado de la población intelectual (entornos de lectura elitista). Efectivamente, la lectura de textos tan variados interconectados era antiguamente un entorno de lectura sólo posible para un filósofo, un investigador o un pensador (por ejemplo, el uso de aparato crítico, índices variados, lecturas simultáneas...). Hoy es un entorno vulgar.
De ello se derivan importantes consecuencias educativas: no podemos ya conformarnos con enseñar a leer a nuestro alumnado, tenemos que enseñarlos a manejarse en estos entornos textuales sofisticados, debemos educarlos para que estén a la altura de la tecnología lectora de su tiempo, no por debajo de ella. Y el reto es grande porque como ya dije, se trata de enseñarlos a leer en entornos antes reservados a una minoría.
jueves, 9 de agosto de 2007
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