miércoles, 19 de noviembre de 2008

ALFIN para Proyecto Integrado



Acabo de terminar las ponencias correspondientes a mi participación en un curso sobre proyectos integrados. La presentación resume mi aportación consistente en explicar las etapas de educación documetal. Quiero destacar que efectivamente es un trabajo laborioso y minucioso el que se necesita para conseguir un alumnado con competencia en el manejo de la información, pero el establecimiento de una asignatura en tres cursos sucesivos en Andalucía hace que se pueda concebir la esperanza de que un estudiante llegara a la Universidad o a la vida laboral con una educación en información muy superior a la que tienen hoy cuando terminan la carrera algunos.
La educación documental a pesar de aparecer referida en la educación reglada desde hace muchas reformas -lo cual es decir bastante- nunca ha tenido una ejecución real y sistemática. Las continuas voces sobre la importancia de la lectura y la escritura , el lenguaje audiovisual y esta nueva asignatura, tal vez puedan contribuir a que definitivamente ALFIN (Alfabetización Informacional) sea un contenido común en el curriculum.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Del tirón

En el plazo de una semana a partir de hoy, comienzo tres cursos distintos en Córdoba: uno sobre blogs en coeducación, otro sobre la nueva asignatura de proyecto integrado y el último -que ya hice el año pasado y repetimos- sobre la competencia lingüística. En el de proyectos sólo impartiré las sesiones inaugurales, pero los otros me mantendrán bien entretenido durante tiempo porque ambos se basan en blogs y duran varios meses, con lo cual deberé hacer un seguimiento de las publicaciones en internet de los participantes.
Este tipo de formación me parece muy adecuada para difundir una enseñanza también en competencias entre el profesorado. Decía alguien -no recuerdo- que al profesorado había que aplicar las mismas técnicas de enseñanza y aprendizaje que al alumnado en general. Si hay que adaptarse al alumnado, hay que adaptarse al profesorado, si hay que ser conductista con el alumnado o cognitivista, con el profesorado igual, si hay que partir de las ideas previas, el profesorado las tiene como cualquiera... Total: que si hay que dar educación por competencias al alumnado, al profesorado igual. Y en ese planteamiento estamos: proveer al profesorado de herramientas tic en su contexto real y concreto de manera que ayuden al desarrollo de su competencia profesional de forma integrada -en este caso con los blogs y con todas las aplicaciones informáticas que se le añaden-. De esta forma, no se hace una simple exposición sobre coeducación o sobre enseñanza de la lengua, sino que estos asuntos se aplican en un contexto de relación con profesorado y alumnado a través del blog en una exposición y debate continuos, reales y adaptados a las circunstancias de cada cual.
Lógicamente, esto hace el curso más complejo y más denso, en cuanto no trata únicamente el tema que le da sentido (coeducación, enseñanza de las lenguas) sino su tratamiento comunicativo a partir de las herramientas de internet. El profesorado aprende utilidades para internet pero dentro del contexto de la temática que se enseña. Lo que se intenta es presentar el enriquecimiento de la materia dentro de un ambiente muy similar al que podría encontrar el propio alumnado, que también debe aprender a aprender dentro de contextos complejos de realización.

martes, 11 de noviembre de 2008

De oca en oca

Terminé la semana pasada el curso de Lucena sobre lectura y comencé ayer sesiones de formación en un centro de Montilla.
El curso que he impartido en Lucena es para mí un hijo especialmente querido: es un curso completísimo aunque apresurado en el que se pasa revista a toda la variedad de asuntos relacionados con la lectura: comprensión, velocidad, lectura en voz alta, relación con la escritura y la lengua oral, hábito lector, bibliotecas, alfin, lectura en internet y programación específica para competencia lectora. Además fue el primer curso que yo impartí y diseñé completo ya hace cuatro años en Córdoba (luego con variantes lo repetí en Aranjuez) y guardo de todas sus ocurrencias recuerdos impagables y grandes enseñanzas.
A veces me han preguntado los asistentes por qué no se da todos los años o por qué no es obligatorio. Naturalmente, estos comentarios no derivan del hecho de que los imparta yo, sino de la importancia que dan a los contenidos de lectura que se dirimen en sus sesiones. Y ciertamente es así: ¿cómo es que no existe un curso de estas características y más extenso para todo el profesorado? Si de verdad tanta importancia se da a la lectura como competencia, ¿por qué no se incluye una formación sistemática en lectura para el profesorado inicial y para todo el profesorado? Porque por mucho que digan: primero, el profesorado de lenguas no está formado en lectura, a pesar de su especialidad; y segundo, menos formado está el profesorado de otras especialidades, aunque tenga intuición de que muchos de los problemas de su asignatura serán problemas de lectura del alumnado, no problemas con la materia.
El comentario que referí antes me lo hizo en una ocasión un profesor de Tecnología que asistía al curso porque daba clases en un Instituto de una barriada desfavorecida de Córdoba y quería saber formas de ayudar a su alumnado a entender lo que explicaba. Hay profesores muy conscientes del origen de los problemas y de las soluciones posibles. Y madres, como la que asistía al curso de Lucena para poder ayudar a su hijo en las dificultades lectoras.
Ellos y cualquiera que se ocupe del asunto, saben que la lectura no se mejora con una sola medida ni en un periodo pequeño de tiempo, por lo que ni siquiera un curso de treinta horas podrá dar respuesta a sus inquietudes. Sé que no sirve de nada, pero mi opinión es que para que la enseñanza mejorara tendría que mejorar la formación del profesorado y uno de los pilares sería sin duda, sin duda, sin duda, un curso obligatorio de al menos cien o ciento veinte horas sobre lectura, escritura y lengua oral en la educación. Menos tiempo es quedarse en los alrededores. Menos personas -un curso voluntario- es confiar la educación lectora al albur, como siempre.
¿Y qué se hace cuando todo eso debe resumirse en dos horas? Dios, pues respirar hondo y confesar: no sé por dónde empezar. Y así comencé en Montilla, porque era la primera vez que me enfrentaba a una sesión con un claustro completo al que en dos horas debía explicar la educación de la competencia lectora. Y al hilo de lo que hablé, lo que oí y lo que dedujimos, se comprueba que la administración a veces no hace sino sembrar el desconcierto y la desazón a pesar de que pudieran tener las más honradas intenciones.
¿Cuál es el problema sobre las competencias? Cómo se ponen por escrito en las programaciones que ya tenemos escritas, cómo se dan clases de competencias en todas las asignaturas, cómo se hace un examen de competencias o cómo se ponen las competencias de manera que se añadan a los contenidos que ya están puestos-estas parecen ser las preocupaciones recurrentes-. O sea: a) cómo se escribe la documentación sobre competencias, y b) qué es lo que he hecho mal hasta ahora.
Si el profesorado piensa que en esto consiste hacer un giro en la educación hacia las competencias es que sus dirigentes no ha sabido comunicar lo importante a sus trabajadores. Y el problema es ese: ¿qué le ocurre a la empresa educativa que no sabe trasmitir sus ideas a los trabajadores? Porque no creo que ninguna autoridad educativa crea que lo importante para renovar la educación y hacerla por competencias sea mejorar los documentos de programación o hacer conscientes a los profesores de lo mal que lo han hecho hasta ahora. Sin embargo, desgraciadamente, estas ideas -y otras igualemente negativas- son las que llegan al profesorado, a los que deben poner en marcha ese giro. Un giro que esperamos sea de la acción y no de la documentación -ya lo dije-.
¿Podríamos concluir? Pues que a pesar de tener experiencias en los cambios educativos, la administración aún no ha aprendido a realizar cambios educativos ni a comunicar los cambios educativos a sus trabajadores.
Y en esas estamos: intentar que el cambio a una educación por competencias sea realmente un cambio real -real, real, real- y se haga desde una perspectiva incrementadora, es decir, desde lo que ya se hace, sobre lo que ya se hace, no contra lo que ya se hace.
Y ahí intentaremos continuar de oca en oca, comentando formas de actuar, más que de redactar, acciones antiguas que perfeccionar y profundizar, como acciones nuevas que incrementar.

viernes, 7 de noviembre de 2008

¿Qué hacemos con los problemas?

A veces aviso cuando presento actividades o propuestas de acción educativa: lo primero que te dará serán problemas. Y cierto es que algunos piensan que la Pedagogía relevante es aquella que te quita preocupaciones. Error: normalmente, las da.
Cada vez que he puesto en práctica alguna actividad que he leído por ahí celebrada por sus autor o autores como un logro, lo primero que he tenido han sido problemas. Nada de esas maravillosas conclusiones, nada de esas fotos conmovedoras, nada de esos vídeos efectistas, nada de esos comentarios elogiosos. Lo primero que te encuentras al poner en marcha una nueva idea son problemas. Problemas de organización, de horario, de materiales, de comportamiento, de orden, de desorden, conflictos, destestabilizaciones, incertidumbre, recelo, esfuerzo, trabajo... y sobre todo, curiosidad, el problema que todos parecen tener resuelto antes de tiempo. Curiosidad por ver lo que sale, ver lo que hago, lo que puedo aportar (no sólo lo que puedo ganar).
Pero claro, los problemas se ocultan, no venden, y aquí todo es publicidad, publicidad pedagógica pero publicidad al fin y al cabo -qué hipócritas siempre criticando una supuesta publicidad de la que formamos parte-.
La gente odia los problemas, y no sabe que son consustanciales a los retos y que nunca la novación se hizo sin dificultades y que la innovación no es solucionar problemas sino plantearnos otros nuevos.
No hay paciencia, por supuesto no hay ciencia: a las primeras de cambio, hay problemas, pues entonces, sigamos como estábamos que antes los problemas también los había pero eran conocidos y teníamos controlada la situación. Nada de afrontarlos, de avanzar, siempre retirada, conservemos lo conservable.
¿Qué hacemos con los problemas? Solucionarlos, no. Evitarlos, por supuesto. Volver a la casilla de salida.